// Aventuras de Richard Williams
Jorge Vidal
Antes de terminar este 2025 he podido leer la edición española de “Aventuras de Richard Williams” que nos trae la editorial Anaya. Los libros de Anaya siempre han sido fuentes inestimables de información en nuestra industria audiovisual, sobre todo en la época pre-internet, cuando era imposible encontrar información de ningún tipo y eso se reflejaba en la calidad de la enseñanza, digamos desértica, de aquellos años y en la ignorancia más absoluta para los que queríamos iniciarnos en el complicado mundo de la animación, los efectos especiales o digamos el dibujo en general.
Leyendo el libro me han surgido algunas dudas acerca de la traducción, porque algunos párrafos no se comprenden bien. No tengo claro si es por la traducción que no termina de adaptar algunos términos técnicos o si es que el original de Williams no estaba suficientemente revisado.
Hay que decir que el libro lo terminó la mujer de Williams, Imogen Sutton. Tras leer el libro se comprende la labor de esta mujer o digamos esta “pareja artística” como una seña de identidad dentro de lo que podríamos llamar el “sueño de la animación”. Con esto quiero decir que si hablamos de motivación y credibilidad, Richard Williams y su mujer son pilares de un mundo mejor. Un mundo donde el objetivo es la excelencia, a través de trabajo duro y dedicación. Algo que no es para nada habitual, sino más bien algo extra-ordinario.
La narrativa del libro no puede ser más interesante. Su mayor defecto es su brevedad. Resume en pocas líneas momentos extraordinarios. Y tengo que decir que está lleno de ellos.
Lo más curioso de esta biografía es que en lugar de centrarse en sí mismo se centra en otros artistas, de los que Richard aprendió y se sirvió para completar el método más exhaustivo hasta la fecha de animación tradicional, conocido en todo el mundo: El Survival Kit y sus clases magistrales, herederas de Disney, pero también de otras escuelas como la Warner.
Este aspecto ya lo he visto en otras biografías, como la de Manara, auténticos genios que en lugar de hablar de su vida, dan las gracias a otros genios que admiraron.
Otro aspecto que me ha llamado la atención de Williams es la sencillez con la que un fenómeno de talla mundial se dedica a su labor con pasión sin otro objetivo más que el de autoperfeccionarse. Es evidente que Williams era un auténtico artista y una vez más es evidente que los animadores son pura raza, dentro de la raza de dibujantes.
Me ha producido mucha tristeza ver que el libro es un repaso a la vida de grandes genios que fueron muriendo progresivamente y cuyo legado fue recogido por Williams, quien, a su vez también ha terminado por dejarnos. Se puede decir que murieron con las botas puestas.
También me ha llamdo la atención cierto paralelismo entre la historia de los animadores y la de los artistas de vfx, en cuanto a la evolución generacional a lo largo de varias décadas.
Gracias Mr Williams.
Llega a españa la biografía de Richard Williams.